Por Eduardo Solano y Walter García
El Cuarteto de Nos estuvo por segunda ocasión en Costa Rica. El año pasado los tuvimos por primera vez, como bien lo dijo la misma banda al saludar al público y luego felicitando por la bonita ciudad. De hecho, en sus redes, el grupo hizo una actividad para que un fanático los acompañara a visitar un museo durante su estadía en el país.
El concierto inició pasadas las 8:30 de la noche, después de conseguir que al fin acabara la fila que daba vuelta a la cuadra de Pepper Club. Un llenazo en la habitual sede de conciertos, quizá solo superado en pasado reciente por la visita de Steve Vai, unos meses atrás. Un público diverso, en que llamaba la atención niños (uno justo delante nuestro, con solo 8 años, junto a su hermano mayor y sus padres), pasando por adolescentes, hasta adultos “más grandes”.
Sin importar la edad, hubo una constante: la energía y gran química entre el público y los músicos sobre el escenario. Se sintió quizá desde antes que la banda emitiera su primer sonido. En todo momento durante la función el público no paró de cantar cada uno de los temas del repertorio, desde los más nuevos como “Flan” hasta los clásicos como “El hijo de Hernández”. Tenían bastante de dónde escoger, con una producción musical constante, lanzando discos prácticamente cada 2 años, desde su primer trabajo publicado a mediados de los 80s.
Había señales claras…
Este convivio (más que concierto) fue justamente un Jueves (título de su álbum del 2019), lo cual fue recalcado por Roberto Musso, dando paso a interpretar un tema extraído de esa producción: “Anónimo”. El ambiente fue perfecto y se prestaba para las bromas y juegos de palabras características del cantante y guitarrista, con la complicidad de sus amigos del público. Después de varias canciones al unísono, la agrupación nos sorprendió con una imagen proyectada de un monitor de computadora, como si fuese una “batalla de gallos” entre el cantante y la voz robotizada. Entonces la audiencia apoyó a Roberto terminando cada frase de “Contrapunto para humano y computadora”.
El momento más tranquilo, y a su vez emotivo, fue cuando la banda nos recordó que era 21 de Septiembre… La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Internacional de Alzheimer, lo establecieron como el Día Mundial del Alzheimer. La canción con esa fecha como título fue inspirada en la lucha contra enfermedad que enfrentaron la abuela y la madre de Roberto. Acompañó en tarima una chelista costarricense, con la voz quebrada del cantante por momentos interpretando el tema por primera vez desde 2016.
Todo como en… farmacia
Complementando los temas en parlantes, estaban las pantallas con imágenes y las luces (además de dinámicas) cómplices para darle protagonismo tanto a público como al músico del cual se hablaba en un momento específico durante la velada (bailes incluidos, con el aplauso de la audiencia). Así, la noche transcurrió con una gran cantidad de elementos reunidos para el disfrute en general, “como en botica” … ¿O se debería decir “como en farmacia” ?, ya que como lo contaron los mismos músicos durante una especie de intermedio con aires de stand up comedy (aprovechado para presentarse), algunos de ellos se conocieron en una farmacia.
Quizá por eso esta singular unión ha encontrado la fórmula que facilita remedios para los diferentes males que pudiesen aquejar a sus seguidores. No importa la particularidad: sea bipolar, si nadie te quiere, con doble identidad, si no quieres ser normal, anónimo, si no sabes qué hacer contigo, o por lo malo de ser bueno en este mundo cruel… ¡todos de los mismos con un grupo raro!
Con los presentes totalmente entregados a canciones como “Gaucho Power”, “Miguel gritar” y el “Invierno del 92”, la banda se retiraba del escenario. El público seguía con ganas de más y al grito de “Cuarteto” los músicos subieron una vez más. “Yendo a la casa de Damián” fue el cierre perfecto, con todo el público cantando y bailando la banda se despedía del público tico.
